DISCUSIÓN ABIERTA [Foro] Foros NOTAS DE PRENSA Testes por cojones

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    Luis Miguel Benito de Benito
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    Una de las clases que más recuerdo de las que impartió el profesor don Gonzalo Herranz fue con ocasión de un curso de Doctorado que llevaba por título «Metodología de la investigación científica».


     

    En aquella ocasión nos exhortaba a los doctorandos a evitar en la medida de los posible los anglicismos, galicismos u otros vocablos de procedencia extranjera, cuando en español teníamos palabras que significaban lo mismo o podían tener una raíz latina. Siempre agudo en sus apreciaciones y ejemplos, en aquella clase el profesor fue tomando un carácter cada vez más jocoso e hilarante que llegó al punto de las carcajadas cuando señaló el abuso que se hacía en nuestro idioma de la palabra «test«, tan empleado en medicina. Su importación al castellano, señalaba, ya la hacía odiosa por su pronunciación extraña a nuestra fonética. Pero incluso ponía en un brete a la Real Academia de la Lengua que, según sus normas de formación de plurales, al acabar la palabra en consonante el plural debía hacerse con la terminación «-es», ya que si «test» es compleja de pronunciar, «tests» se hacía todavía más ardua sin escupir saliva. Y formar el plural conforme a la regla vigente, implicaba que el plural de test tuviera que ser testes que en castellano es sinónimo de testículos.
    El profesor Herranz nos hacía ver la conveniencia de sustituir, como debía hacerse, el anglicismo test por unas palabras tan castellanas como prueba o examen. Hacer un test psicológico o un test de citología, o un test de aptitud o un test de habilidad podía convertirse en un apuro al referirnos al plural de esos exámenes como «testes». Inténtelo. Y no digamos ya, si hablamos de los «testes» de provocación, como para que te pongan una denuncia por exhibicionista.
    También extendía el problema al emplear la palabra test referido a su función: no sabemos si un test testa o testea. Porque «testa» significa cabeza (que algunos no saben dónde la tienen) y testar es hacer testamento. Y testear se ha traducido como examinar, verificar, controlar, si bien en su origen derivado del castellano sería más adecuado un significado como sopesar o tantear los testes, algo así como tocar los cojones.

    Un titular de prensa asegura que durante estas fechas de Navidad se han vendido en las farmacias más de un millón de test (lo ponen en singular) de antígenos. Lo que la noticia no aclara es qué testeaban (si es que testeaban algo) o con qué grado de seguridad controlaban o verificaban lo que decían que estaban examinando. Y con esto no quiero dejar esta noticia como sospechosa de «contradecir los dictados de la OMS», Dios nos libre de los inicuos. Simplemente apelo al lector para que le traslade a su médico, cada cual al suyo, si realmente sabe en qué se basan esas pruebas para saber si realmente aportan algo útil en relación a la salud de las personas que se las hacen. Si lo hace, comprobará que la inmensa mayoría de los médicos no tienen ni idea de en qué se basa la prueba supuestamente diagnóstica, ni de su sensibilidad ni de su especificidad y, desde luego, ni de su utilidad. En el mejor de los casos oirá a su médico decir, «no sé, lo que diga el prospecto», porque podrá comprobar que su médico no se ha tomado la molestia de leerlo y mucho menos de analizar el contenido para saber si es un sacacuartos más. O bien, alguno le dirá algo así como «no sé, se la hizo usted porque quiso, yo no se la he mandado». En el fondo, lo sabemos los médicos que vemos pacientes, muchas pruebas de las que se piden solo sirven para quitarse al paciente de encima, utilidad real para la salud de las personas, cero. Y beneficio para las empresas que comercializan pruebas y más pruebas sembrando miedos. Un poco de reflexión para los miedosos que han engordado las arcas de los laboratorios. Sean un poquito más racionales, que no es solo por malgastar, sino que no se están dando cuenta de que la hipocondría crece con la ignorancia.
    Vaya este artículo en memoria del profesor don Gonzalo Herranz, referente en el mundo de la deontología médica, que un día me hizo ver que los únicos que padecen patologías son los estudiantes de medicina.
    Luis Miguel Benito

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    LUIS M. BENITO de BENITO, médico especialista de Aparato Digestivo desde 2000 y Doctor en Biología Celular. Licenciado en Filosofía. Máster en Dirección Médica y Gestión Clínica por el Instituto de Salud Carlos III y Experto Universitario en Derecho Sanitario y Ciencias Forenses por la UNED. Facultativo Especialista de Área del Hospital Universitario de El Escorial y Director Médico de la Clínica Dr. Benito de Benito desde 2011. Autor del libro "Coronavirus. Tras la vacuna" ISBN 978-84-994

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