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Etiquetado: psicología social
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¿Qué hay detrás del? Vete al médico
Recientemente un partido político ponía sobre la mesa el problema del aumento de enfermedades mentales en la población y planteaba la urgencia de contratar a “miles y miles” de psicólogos y psiquiatras.
Como cabe esperar, la respuesta de los políticos es “gastar y gastar” como si no hubiera mañana a pesar de que la deuda pública española es monumental. Ya pagarán los que vienen detrás…
En principio se agradece el interés por la Salud Mental, ¿pero, realmente la solución pasa por contratar a una legión “psi”?
Aunque fuera de manera remota, se agradecería que se planteara algún tipo de coordinación con el extenso tercer sector de las ONG, que también, desde infinidad de campos tratan enfermedades mentales. Esta coordinación prácticamente no existe, y recuerdo que “casi” en su totalidad, las ONG se financian con dinero público.
Estaría bien replantear el umbral (el límite) de lo que se considera una Enfermedad Mental (EM), la realidad es que, en general (salvo los criterios para diagnosticar dependencia a los psicofármacos, ver DSMIII-R y anteriores), la tendencia ha sido imponer unos criterios cada vez más laxos a la hora de poder realizar un diagnóstico de EM, con los cuales cada vez es más sencillo que alguien posea uno, siguiendo esta línea, no estaría de más evitar los falsos positivos, los códigos Z o por ejemplo, ser extremadamente críticos con el furor glamuroso de generar nuevos trastornos y nuevos síndromes, recientemente los medidos de comunicación han hablado del síndrome de la cabaña, solastalgia, ecoansiedad, trastornos para mayor gloria solo del que lo inventa, pero que sin lugar a duda, acrecientan lo que llamamos la ya imparable y demoledora psicopatologízación de la sociedad. Llegando al paroxismo de considerar que casi todo es un problema que por supuesto debe ser tratado pro un “psi”.
El número de las enfermedades mentales ha aumentado espectacularmente como si se tratara de una aspiradora que absorbe cualquier tipo de problema, cómo si se tratara de una lupa gigante que va buscando emociones negativas o pensamientos disonantes donde los hubiera y lo transforma en un código diagnóstico en cada revisión del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM).
En el primer manual Traité Médico-Philosophique sur l’aliénation mentale 1801, el autor Philippe Pinel estableció cuatro enfermedades, hoy estamos cerca de disponer de casi cuatrocientas.
Con estas mimbres, tampoco estaría de más impulsar la embrionaria propuesta de la psicología para entender el sufrimiento humano de otra forma y no caer en furor del diagnóstico que por cierto, también puede estigmatizar, me refiero al Marco Poder Amenaza Significado (PAS), un modelo alternativo a los sistemas diagnósticos habituales. Leyendo el Marco PAS uno recuerda la historia de “El emperador iba desnudo”. Quizá este marco tenga el mérito de pensar fuera de lo normal, o pensar fuera de la caja como traducción literal del inglés thinking outside the box/out of the box.
Ya puestos, para nivelar el terreno y alejarnos del resbaladizo e inclinado mundo patologizado, también podríamos intentar evitar y denunciar técnicas como, “disease mongering (expansión de los límites reconocidos de una enfermedad para incluir expresiones subclínicas, limítrofes con el fin de incrementar la prescripción y venta de un determinado fármaco o terapia)”.
Por un lado, sabemos que hay tratamientos casi para cualquier cosa, y por otro, se nos ha vendido que son “siempre” necesarios, pero esto bien puede generar el riesgo de infantilizar a las personas, sentir que uno no puede solucionar algo por sí mismo y necesita siempre asesoramiento “psi” aunque el problema sea pequeño, leve, llegando a pensar que, pese a ser un malestar menor no me valgo para solucionarlo ni atesoro recursos suficientes para afrontarlo por lo cual necesito la tutela maternal de un experto “psi”. Cómo si la vida sólo se tratara siempre de bañarnos en aguas tibias.
El peligro real es generar dependencias innecesarias de expertos “psi”, apuntalando en la persona esa sensación de que uno mismo no puede salir de los pequeños problemas, ni superar los baches ni contratiempos convirtiendo la psicología en su contra.
Ya puestos, otra media podría ser enseñar a los estudiantes “psi” que existe la iateogenia, que de un 7% a un 15% de las terapias no mejoran los pacientes o salen peor, o enseñarles “La indicación al no tratamiento” (ver Ortiz Lobo 2009), en resumidas cuentas los docentes debemos enseñar que no todo vale y que no siempre hay que tratar…
El problema es que, “desde un punto de vista psicoterapéutico, no hay apenas obstáculos para tratar a cualquier paciente que lo demande” por tanto estamos ante un sistema que no tiene límites en cuanto a la demanda y la oferta, por lo cual, el simple hecho de contratar a miles y miles de “psi”, tampoco sería la solución.
No debemos caer en el error de que por pasar una dura época tengamos que padecer forzosamente ninguna enfermedad mental, ni de que necesitemos obligatoriamente ayuda, -aunque obviamente haya personas que realmente lo necesiten-. También hay que recordar (aunque sea otra obviedad) que es irreal intentar vivir constantemente en las emociones positivas tipo Coach ni bajo el imperativo del bienestar.
Para finalizar, me parece muy acertado el reciente comunicado de la OMS diciendo que todo esto que hemos vivido con el COVID y la salud mental son reacciones y procesos naturales, es decir, “no hay que exagerar”.
FERNANDO PÉREZ DEL RÍO
Dr. en Psicología | Consulta privada de psicología
Profesor de la Universidad de Burgos
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Jaime Santillana
Invitado4 abril, 2021 a las 4:50 pmNúmero de entradas: 679Es verdad. Demasiada preocupación por la salud de las personas. Parece que hay que tener todo el día entretenidos a los mayores y a los niños. Parece que excepto en la edad adulta, hay un interés exagerado por el “bienestar” de estos dos colectivos. Me pregunto muy seriamente: ¿Qué pasa con los mendigos, con las personas de la tercera edad que no tienen un bien patrimonial, de todas aquellas personas que no son atractivos económicamente? ¿Estos cuestiones cambiarían el título de este debate? Slud2. Jaime
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