Los mulos y las mulas del Kichi

 

Aunque en Cádiz , en todo caso, se tendría que estar hablando de los hombres, mujeres o personas de género no binario de ese Ayuntamiento que preside su ínclito alcalde, resulta que no, que hoy se habla de los mulos o mulas de Kichi. Porque claro, que unos mulos o mulas  tiren de una carreta se considera en la Tacita de plata, que están convirtiendo en papelera de hojalata, como una forma de degradación y maltrato animal. También es cierto que los mulos o mulas de Kichi no tiran de una carroza en la cabalgata del orgullo gay, o una revolucionaria tartana  que reivindique los logros de la Democracia represora bolivariana. Los mulos y mulas de Kichi tiran, con asombrosa eficacia, del Simpecado de la Virgen del Rocío.

 

 

En definitiva, se está sometiendo a las pobres  bestias a cumplir con una tradición católica, cultural heteropatriarcal y fascista porque todo eso, para la mentalidad cortita de ese alcalde, que gobierna por obra y gracia del PSOE, es lo que significa ese Simpecado. La cosa es ir poniendo trabas, zancadillas, obstáculos a la España que han heredado y que no quieren aceptar ni a beneficio de inventario. Quieren renunciar a ese legado, cambiando todo, horadando y socavando sus cimientos como  la peor de las termitas. Su propósito no es otro que destruir para que después, en la reconstrucción del solar, ellos ocupen el papel de una nueva casta monolítica.  Y es que el comunismo ya está inventado y sus consecuencias las conocen personas que presumimos de tener memoria histórica. Lo de la memoria histérica va por otros derroteros.

 

Mas la culpa principal no la tiene ni el Kichi, ni la alcaldesa de Barcelona o Madrid o el alcalde de Zaragoza que pretendía expropiar la Seo  y que los funcionarios hablen en neutro, el muy gilipollas,  la culpa la tienen los engañados que les votan y esos partidos rancios, que han dado pie, con su prepotencia, corrupción y traición a su electorado, a que crezcan estos indocumentados resentidos e ignorantes que nos intentan hacer tragar sapos y culebras, carros y carretas, que a la vista está solo pueden  ir tirados por los cabestros que rumian por los despachos y pesebres de las casas consistoriales.