La nueva censura

 

En un programa, por cierto censurado en la cadena Canal Sur, a una pregunta de Jesús Quintero sobre lo que consideraba que es la peor  dictadura, le contesté que la peor es la que se disfraza de Democracia. Y efectivamente, día a día los que aún no hemos sido lobotomizados por esa epidemia que nos recorta derechos y libertades, nos damos cuenta que esta sociedad está tomando una deriva hacia una radicalización extremista de izquierda…una dictadura impuesta a golpe de represalia, amenaza, provocación, persecución, inmoralidad, y bajo el paraguas de la complicidad de un partido supuestamente de centro derecha, que no repara incluso en reprender, censurar y hacer rectificar a los suyos cuando se atreven a exponer una crítica moderada sobre cuestiones que se consideran sagradas para el lobby de género, que representa la punta de lanza de ese movimiento revolucionario que pretende asaltar el poder si no por la razón de la fuerza, si por medio de la razón del engaño.

 

Desde luego, nunca se acude al argumento de la razón, pues el fanatismo que censura no pretende debatir su verdad irrefutable, la que ha calado y que no tiene nada que ver con esa otra Verdad que casi nadie se atreve y para en buscar, como ya dijera Antonio Machado. Por eso, la primera medida de presión y violencia es intentar impedir que los críticos, objetores e ese nuevo régimen solapado, subvencionado y promocionado  por el mismo poder en el que se encuentra cómodamente instalado, puedan expresar su opinión y pensamiento razonable y razonado. Ya se sabe, a esos machistas, defensores del heteropatriarcado opresor, ni agua. Y las primeras  en decirlo son  algunas revolucionarias de género, infiltradas en el propio PP con ese propósito, como Cristina Cifuentes.

 

El alcalde de Alcorcón, David Pérez, en el marco de una conferencia católica donde sus palabras obtuvieron comprensión, pero sin tener en cuenta que a esos actos  suelen acudir comisarios o comisarías para espiar y censurar a posteriori, ha sido la última víctima de esa estrategia censora. Su error ha sido dirigir sus críticas contra el movimiento feminista. Un craso error, porque quienes ahora piden su cabeza, no tienen nada que ver con ese movimiento. El feminismo es otra cosa muy digna, con la que el propio Alcalde a buen seguro comulga, pues como demócrata está en contra del machismo y la desigualdad. Como cristiano está en favor de la vida y en contra del aborto que convierte el cuerpo de las madres en salas de ejecución.  Si cosas así las dice un juez o un alcalde, se pide que se les corte  la yugular. El pueblo grita: Crucifixión!. Ahora el grito de guerra es cese o dimisión. Yo también he pasado por esa persecución y no me arrepiento de nada.

 

Pero no,  las feministas no son mujeres frustradas, son ahora mujeres ninguneadas, mujeres que no salen en los medios de comunicación, pues han sido relegadas por un lobby revolucionario, radical que quiere no la igualdad sino el predominio, incluso la sumisión de la propia naturaleza humana. A las mujeres que proclaman la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, que claman por el cese de la injusticia, cuando ésta se comete en su nombre, que no participan del negocio de ayudas y subvenciones, ni de otros privilegios, a esas verdaderas feministas que les vayan dando y se les prohiba la sal, el agua y la palabra. Ese feminismo,hoy injustamente prostituido en sus nobles fines, es con el que empatiza  el 98% de la población, engañada y alienada pues lo confunde con la nueva jauría que representa el neoestalinismo de género integrado por resentidas, fanáticas  y oportunistas de ambos sexos.

 

Todo mi apoyo, por tanto, a este alcalde, y a todos aquellos que dentro del PP y otros partidos piensan con él y por miedo no se atreven a expresarlo. Vivimos en una época de tinieblas, mediocridad y terrible censura, solo rota por el valor de unas pocas personas valientes que claman en este desierto sin moral ni horizonte. Mas, yo como el Cid prefiero vivir el destierro con dignidad, que rectificar y vivir de rodillas.