La leyenda de los tres reyes magos

Cuenta la leyenda que Los tres reyes magos de oriente se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar. Eran sabios y estudiosos de las estrellas, y un día vieron una muy especial que les indicaba el nacimiento de un niño muy importante. Decidieron seguir la estrella para conocer al niño y llevarle regalos, como oro, incienso y mirra.

Los reyes magos se pusieron en camino, cada uno desde su país, y se encontraron en un oasis del desierto. Allí se saludaron y se hicieron amigos, y decidieron continuar juntos el viaje. Montaron en sus camellos y siguieron la estrella, que los guiaba por el cielo.

Durante el camino, se encontraron con muchas dificultades, como tormentas de arena, ladrones y animales salvajes. Pero también conocieron a muchas personas buenas que los ayudaron y les ofrecieron comida y refugio. Los reyes magos compartieron con ellos su alegría y su esperanza, y les contaron el motivo de su viaje.

Después de muchos días, llegaron a Jerusalén, la capital de Israel. Allí preguntaron por el niño que había nacido, pero nadie sabía nada. El rey Herodes, que era malvado y cruel, se enteró de la visita de los reyes magos y los mandó llamar. Les preguntó por el niño y les dijo que él también quería adorarlo, pero en realidad quería matarlo, porque tenía miedo de que le quitara el trono.

Los reyes magos no se fiaron de Herodes y siguieron su camino, sin decirle dónde iban. La estrella los llevó hasta Belén, un pueblo pequeño y humilde. Allí encontraron al niño, que estaba en un pesebre, junto a su madre María y su padre José. Los reyes magos se llenaron de emoción y se arrodillaron ante el niño, que era el hijo de Dios. Le ofrecieron sus regalos y le dieron las gracias por haber venido al mundo.

El niño los miró con amor y les sonrió. Los reyes magos sintieron una gran paz y una gran felicidad. Esa noche, tuvieron un sueño en el que un ángel les decía que no volvieran a Jerusalén, sino que tomaran otro camino para regresar a sus países. Así lo hicieron, y se despidieron con un abrazo, prometiéndose volver a verse algún día.

Desde entonces, cada año, los reyes magos recorren el mundo la noche del 5 de enero, repartiendo regalos a los niños que se han portado bien. Y cada mañana del 6 de enero, los niños se levantan ilusionados y corren a ver lo que les han dejado. Es el día más mágico y feliz del año, el día de los reyes magos.