Fecha: 26.04.2011

Autor: José Francisco González Ramírez

 

Ni el cerebro lógico ni la palabra ni la mano puede entenderse sin la emoción; y la escritura para un grafólogo debe ser considerada esencialmente como el resultado de un cerebro emocional. Por eso lo más sugestivo de la escritura de una persona es el rastro profundo que dejan las emociones humanas en el desliz de grafo. El cerebro humano no funciona por partes separadas sino que es fundamentalmente proyección GLOBAL, EMOCIONABILIDAD

¡TOTAL!…

 

Hemos de mirar muy atentamente la escritura espontánea, no aquella que se viste con la artificialidad de dar una impresión (¿qué impresión?) Yo sugiero al grafólogo que comience a interesarse muy especialmente por aquellas escrituras tan espontáneas que ni siquiera el autor del escrito a veces entiende su propia letra, aquella que se confunde una sílaba con un fonema, y una palabra con una forma. Porque el cerebro emocional inconsciente, y personal, quiere iluminarse, quiere saber sobre quién es verdaderamente, también escribiendo, proyectándose, saliendo afuera, hacia el espacio, hacia el papel bidimensional, ni siquiera es una expresión tridimensional, por lo cual la esencia aún está más concentrada…

 

No te quepa la menor duda que detrás de cada tensión gráfica hay una emoción a punto de explotar. Esa es la naturaleza que tiene como test la escritura, la expresión de la profunda emocionalidad humana, lo más primario de su propio «Ser»…

 

He leído en algún sitio: «Si tiembla el cerebro tiembla la mano»… Y esto puede dar mucho que hablar…

 

Saludos