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Debate
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En un mundo donde el estatus social tiene una gran influencia en el éxito personal y profesional, surge el fenómeno del throning, que es la práctica por la cual se establecen relaciones de amistad o de pareja como herramientas para escalar en la jerarquía social.
En qué consiste el throning
El término «throning» proviene del inglés «throne» (trono) y describe la práctica de tener una relación con otra persona (ya sea romántica o de de amistad) no por amor o amistad genuina, sino para mejorar el estatus social, asociándose con una persona percibida como más influyente o deseable para beneficiarse de su reputación y por lo tanto, elevar la propia.
No se trata de un fenómeno nuevo, ya que el «throning» ha existido en diversas formas desde siempre, pero con el auge de las redes sociales y la constante comparación con los demás, se ha vuelto más popular.
El «throning» se caracteriza por la búsqueda de aprobación social, donde la conexión genuina queda en un segundo plano, las personas que persiguen este tipo de relaciones utilizan a la gente como herramientas para proyectar una imagen de éxito y prestigio, aprovechándose de la influencia o la popularidad de su pareja o sus amistades, con el fin de consolidar su propio estatus. Esta práctica se manifiesta también en plataformas digitales y redes sociales, donde se exhiben relaciones idealizadas que pueden carecer de profundidad emocional.
El fenómeno del throning tiene su origen en la necesidad humana de pertenencia y reconocimiento, desde que somos pequeños, aprendemos que las amistades y relaciones son fundamentales para nuestro bienestar emocional, pero hoy en día, en un mundo en el que el estatus social puede determinar el éxito personal y profesional, estas relaciones a menudo se convierten en herramientas estratégicas para escalar puestos en la sociedad, y es por ello que este tipo de dinámicas se manifiestan tanto en grupos de amigos como en relaciones románticas.
Aunque el término «throning» es de reciente aparición, la práctica de buscar pareja o amigos para mejorar el estatus social no lo es; históricamente, el término «cazafortunas», ya hacía referencia a la búsqueda de parejas por su riqueza y posición social y el «throning» es simplemente una versión moderna de esa estrategia, adaptada a un tiempo donde la imagen pública y la influencia digital son muy valoradas.
Las dinámicas del estatus social
Para entender por qué tantas personas se esfuerzan tanto en mostrar una imagen de triunfadores, debemos conocer qué es el concepto de estatus social, que es la posición que ocupa una persona en la jerarquía social, y que viene determinado por una mezcla de factores como la riqueza, la educación, el puesto de trabajo y, como no, por las conexiones personales. No solo se trata de lo que tienes, sino también de cómo te perciben los demás.
Existen dos tipos de estatus, el estatus adscrito es aquel que recibes al nacer y que viene determinado por la raza, el género, la clase social, etc. y por otro lado tenemos el estatus adquirido que es aquel que se consigue a través de las propias acciones y los logros, como los estudios académicos, las habilidades profesionales, etc. y ambos tipos influyen en el estatus social de la persona y en cómo es percibida por los demás.
Las teorías sociológicas, como la teoría del capital social de Pierre Bourdieu, nos ayudan a entender la importancia del estatus en la vida cotidiana. El capital social se refiere a las redes de relaciones que tienes y cómo estas pueden ser utilizadas para obtener beneficios y en este sentido, el estatus social no solo afecta tu vida personal, sino que también te puede abrir puertas en el ámbito profesional.
Tal como hemos visto, las personas buscamos reconocimiento y aceptación, y sentirnos importantes dentro de un grupo satisface ciertas necesidades emocionales como la seguridad, la conexión y el sentido de pertenencia. Lo que ocurre es que, cuando esta búsqueda de notoriedad se convierte en una obsesión, es cuando puede derivar en conductas calculadas para lograr ascensos sociales, como el “throning”, que no se puede considerar un mal inherente a la ambición, sino de una forma disfuncional de canalizarla.
Las amistades «estratégicas»
El “throning” describe una actitud sistemática de aprovechar los vínculos personales o profesionales para escalar posiciones en un determinado círculo social, donde el propósito es cultivar una red de contactos para beneficio propio. La diferencia con una sana relación profesional radica principalmente en la intencionalidad y la superficialidad de los vínculos. Detrás del “throning” no existe un deseo real de conocer al otro o compartir intereses comunes, sino que todo se reduce a “qué puede hacer el otro por mí”.
Las personas que practican el “throning” se muestran encantadoras y cercanas, pero rara vez profundizan en una amistad sincera, son individuos que convierten cada interacción en un negocio potencial empleando estrategias muy sutiles, como los halagos o mostrar una gran empatía aparente hacia los problemas de los demás, lo que en entornos empresariales, artísticos o académicos, pueden pasar fácilmente por “habilidades sociales” o “carisma”.
La ambición no es algo malo por sí misma, buscar oportunidades de crecimiento, aspirar a metas elevadas y querer salir de nuestra zona de confort es parte de nuestra evolución personal, pero cuando esa ambición se disfraza de falsa amistad, es como si uno estuviera comprando amistades con elogios e invitaciones, esperando que, eventualmente, la persona beneficiada devuelva el favor en forma de contactos, o recomendaciones.
Este doble juego provoca un gran desgaste, quien lo practica debe estar siempre alerta, evaluando a cada persona como un posible recurso y esforzándose por caer bien a aquellos que considera que tienen algo que ofrecer, mientras que las personas que lo padecen terminan sintiéndose traicionados cuando descubren que la amistad no era más que un intercambio disfrazado, lo que genera un coste emocional difícil de reparar.
En el ámbito de las relaciones románticas, el throning se vuelve aún más complicado, ya que al elegir a la pareja en función de su estatus social, se sacrifica el amor y la conexión emocional genuina. Las relaciones basadas en el estatus son frágiles, ya que dependen de factores externos que pueden cambiar rápidamente y la inseguridad puede afectar en la relación, generando celos y desconfianza.
Establecer una relación romántica basada en el «throning» acaba generando insatisfacción y un vacío emocional en ambos miembros de la pareja. A largo plazo, estas relaciones se vuelven insostenibles, ya que la persona que es objeto del «throning» se sentirá utilizada y desvalorizada al descubrir que el interés de su pareja se centra en los beneficios sociales que le aporta y que no se trata de una relación genuina, lo que provoca frustración y, eventualmente, la ruptura.
Las consecuencias del throning en las relaciones
Es innegable que el hecho de tener amigos o parejas con un estatus social elevado genera oportunidades que pueden traducirse en avances en la carrera profesional o en la vida personal. Las relaciones pueden ser una valiosa herramienta para el crecimiento, pero este enfoque utilitario presenta algunos inconvenientes.
El throning puede tener consecuencias inesperadas para quienes lo practican, ya que las relaciones que se basan en el estatus tienden a ser superficiales y carecen de la profundidad emocional que se encuentra en las conexiones más genuinas, y es que, cuando el objetivo principal es escalar socialmente, es fácil perder de vista lo que realmente importa en una amistad o en una relación de pareja.
En las relaciones que se basan en el estatus, las conversaciones profundas son reemplazadas por interacciones estratégicas, lo que genera un estado de vacío emocional, que provoca sentimientos de soledad a pesar de estar rodeado de personas.
Además, la presión por mantener una imagen y cumplir con las expectativas resulta abrumadora y en lugar de disfrutar de la compañía de los amigos, la persona se encuentra atrapada en un juego constante de comparación y competencia.
El «throning» conduce a la creación de un círculo vicioso, ya que a medida que se escala en la jerarquía social, el individuo se siente obligado a mantener relaciones que no le satisfacen ni le aportan valor emocional. La búsqueda del estatus se convierte entonces en una trampa, donde la satisfacción personal pasa a un segundo plano eclipsada por la necesidad de impresionar a los demás.
El fenómeno del “throning” debería hacernos reflexionar sobre la fina línea que separa la ambición legítima de la manipulación emocional. No hay nada de malo en aspirar a un desarrollo profesional o social; el problema comienza cuando instrumentalizamos a los demás y sacrificamos la sinceridad y el respeto mutuo y es que, a la larga, las personas que caen en este juego terminan sintiéndose vacías, y quienes fueron utilizados se sienten defraudados.
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