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Debate
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– ¿Qué tipo de situaciones pueden provocar el síndrome de Estocolmo, además de los secuestros o los abusos?
– ¿Qué factores pueden influir en que una persona desarrolle o no el síndrome de Estocolmo?
– ¿Qué consecuencias puede tener el síndrome de Estocolmo para la salud mental y física de la víctima?
– ¿Qué estrategias puede utilizar la víctima para afrontar el síndrome de Estocolmo y superar el trauma?.El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica que se produce cuando una persona que es víctima de un secuestro o de un abuso crea un vínculo afectivo con su captor o agresor. Este vínculo se basa en la identificación, la complicidad y la gratitud que la víctima siente hacia el captor, que le ha permitido sobrevivir a una situación traumática y amenazante. El síndrome de Estocolmo se llama así por un caso ocurrido en 1973 en Estocolmo, Suecia, donde cuatro rehenes de un robo a un banco se negaron a testificar contra sus secuestradores y mostraron simpatía hacia ellos.
No es un trastorno mental reconocido por los manuales de psiquiatría, sino una respuesta adaptativa que puede ocurrir en algunas personas que viven situaciones extremas de violencia o coerción. No se sabe con exactitud por qué se produce, pero se han propuesto algunas posibles causas, como:
– La búsqueda de la supervivencia y la cooperación entre la víctima y el captor, que comparten el objetivo de salir ilesos del incidente.
– La defensa de la autoestima y el control de la víctima, que trata de cumplir los deseos del captor y de encontrar un sentido a su situación.
– La influencia de la historia personal de la víctima, que puede haber desarrollado una reacción de sumisión ante el enojo o la violencia de sus figuras de apego durante la infancia.
– La gratitud de la víctima hacia el captor, que se presenta como un benefactor al no hacerle daño o al concederle algún favor.
Los síntomas del síndrome de Estocolmo pueden variar según el caso, pero algunos de los más comunes son:
– Sentimientos positivos hacia el captor o el agresor, que pueden llegar a ser de amor, admiración o lealtad.
– Sentimientos negativos hacia la policía, las autoridades o las personas que intentan ayudar a la víctima, que pueden ser de miedo, ira o resentimiento.
– Justificación o racionalización de las acciones del captor o del agresor, que pueden ser vistas como necesarias, razonables o comprensibles.
– Negación o minimización del daño o del peligro que supone el captor o el agresor, que pueden ser percibidos como inofensivos, bondadosos o protectores.
– Aislamiento o rechazo de la ayuda externa, que puede ser vista como una amenaza o una interferencia.ElL TRATAMIENDO DE ESTA CONDUCTA TÓXICA
Depende de la gravedad y la duración de la situación traumática, así como de las características personales de la víctima. En general, se recomienda una intervención psicológica que ayude a la víctima a:
– Reconocer y expresar sus emociones, especialmente las negativas, que pueden haber sido reprimidas o distorsionadas.
– Reestructurar sus pensamientos, especialmente los que se refieren al captor o al agresor, que pueden haber sido sesgados o irracionales.
– Recuperar su autoestima, su autonomía y su confianza, que pueden haber sido dañadas o disminuidas.
– Restablecer sus vínculos sociales, familiares y afectivos, que pueden haber sido rotos o debilitados.El síndrome de Estocolmo social o interpersonal puede tener consecuencias negativas para la salud mental y física de la persona afectada, como baja autoestima, depresión, ansiedad, estrés, aislamiento, culpa, miedo, confusión, etc. Por eso, es importante que la persona tome conciencia de su situación, busque apoyo profesional y rompa el vínculo con la persona que le hace daño.
-Pero, ¿Qué casos reales o ficticios conoces que ilustren este síndrome?
Este síndrome en una sociedad podría ser una forma de describir la situación en la que un grupo de personas o una comunidad se siente atraída, identificada o leal a un sistema, una ideología o una autoridad que les oprime, explota o manipula. Esta situación podría darse por diversas causas, como el miedo, la ignorancia, la propaganda, la falta de alternativas, la dependencia, la gratitud o la ilusión. Algunos ejemplos de este fenómeno podrían ser:
– La relación entre los ciudadanos y los regímenes totalitarios, que pueden generar una adhesión, una obediencia y una admiración hacia el líder o el partido, aunque estos violen los derechos humanos, la libertad o la democracia.
– La relación entre los consumidores y las grandes corporaciones, que pueden crear una fidelidad, una confianza y una satisfacción hacia las marcas o los productos, aunque estos sean dañinos, engañosos o injustos.
– La relación entre los creyentes y las religiones, que pueden provocar una devoción, una sumisión y una fe hacia las doctrinas o los dogmas, aunque estos sean irracionales, intolerantes o violentos.
– La relación entre los trabajadores y los sindicatos, que pueden inducir una solidaridad, una colaboración y una identidad hacia las organizaciones o los representantes, aunque estos sean corruptos, ineficaces o traidores.
Los síntomas del síndrome de Estocolmo en una sociedad podrían ser similares a los que se dan en los casos individuales, como:
– Sentimientos positivos hacia el sistema, la ideología o la autoridad, que pueden llegar a ser de amor, admiración o lealtad.
– Sentimientos negativos hacia los opositores, los críticos o los disidentes, que pueden ser de miedo, ira o resentimiento.
– Justificación o racionalización de las acciones del sistema, la ideología o la autoridad, que pueden ser vistas como necesarias, razonables o comprensibles.
– Negación o minimización del daño o del peligro que supone el sistema, la ideología o la autoridad, que pueden ser percibidos como inofensivos, bondadosos o protectores.
– Aislamiento o rechazo de la ayuda externa, que puede ser vista como una amenaza o una interferencia.
El tratamiento del síndrome de Estocolmo en una sociedad podría depender de la gravedad y la duración de la situación opresiva, así como de las características colectivas de las personas afectadas. En general, se recomendaría una intervención social que ayude a las personas a:
– Reconocer y expresar sus emociones, especialmente las negativas, que pueden haber sido reprimidas o distorsionadas.
– Reestructurar sus pensamientos, especialmente los que se refieren al sistema, la ideología o la autoridad, que pueden haber sido sesgados o irracionales.
– Recuperar su autoestima, su autonomía y su confianza, que pueden haber sido dañadas o disminuidas.
– Restablecer sus vínculos sociales, familiares y afectivos, que pueden haber sido rotos o debilitados.Para prevenir el síndrome de Estocolmo en una sociedad, se podrían seguir los siguientes consejos:
– Fomentar el pensamiento crítico y la educación cívica, que permitan a las personas cuestionar, contrastar y evaluar la información y las opiniones que reciben del sistema, la ideología o la autoridad.
– Promover el respeto a los derechos humanos y la diversidad, que impidan la discriminación, la violencia y la intolerancia hacia los opositores, los críticos o los disidentes.
– Apoyar la participación ciudadana y la democracia, que faciliten la expresión, la representación y la decisión de las personas sobre los asuntos que les afectan.
– Estimular la autoestima y la autonomía, que ayuden a las personas a reconocer su valor, sus capacidades y sus intereses, y a buscar su bienestar y su felicidad.
– Fortalecer los vínculos sociales, familiares y afectivos, que brinden a las personas apoyo, confianza y seguridad, y que les permitan compartir y disfrutar de la vida con otros.Algunas preguntas de reflexión sobre el síndrome de Estocolmo social son:
– ¿Qué beneficios o desventajas puede tener para una persona o un grupo desarrollar este síndrome?
– ¿Qué consecuencias puede tener este síndrome para la convivencia, la cohesión y la diversidad de una sociedad?
– ¿Qué ejemplos históricos o actuales se pueden encontrar de este síndrome en diferentes contextos sociales, políticos o culturales?
– ¿Qué papel pueden jugar los medios de comunicación, las redes sociales o las nuevas tecnologías en la generación o la prevenciónNos seguimos leyendo escuchando y compartiendo…
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