DISCUSIÓN ABIERTA [Foro] Foros DISCUSIÓN ABIERTA [Foro] El Feminismo Reactivo y Sistémico

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    ¿Que pasaría si el feminismo fuera movido desde lo femenino?. Realmente ¿Qué es femenino?….

    Porque, a ver, ¿qué pasaría si el feminismo, ese movimiento que nació para liberar a las mujeres, estuviera, quizás sin quererlo, usando las mismas herramientas y la misma lógica de poder que históricamente ha intentado desmontar? Sí, es provocador pensarlo así, ¿verdad? Te obliga a mirar todo desde un ángulo que no estamos acostumbrados. Desafía ideas que damos por sentadas sobre cómo funcionan los movimientos sociales.

    Desde el principio, quiero dejar claro que esto no es un juicio ni un ataque. La fuerza del feminismo, su legitimidad y la energía que lo impulsa, eso no se discute. La cuestión no es la causa, que es justa y necesaria, sino la forma en que actúa para lograr sus metas. Adopta patrones que no le son nativos, patrones que pertenecen a un marco histórico que llamamos “marco masculino”… No se trata de hombres individuales, ni de biología, ni de masculinidad. Se trata de un sistema de poder, de una estructura organizativa que ha dominado la historia: jerarquías claras, confrontación directa, competición, resultados medibles. Piensa en ejércitos, grandes empresas, el Estado. Esa lógica que organiza, controla y mide. Esa es la herencia que condiciona cualquier movimiento que quiera existir y tener efecto.

    Desde el siglo XVIII, figuras como Mary Wollstonecraft o John Stuart Mill tuvieron que defender la igualdad con las herramientas que les permitía el sistema patriarcal. Si querían ser escuchadas, tenían que operar dentro de las reglas que querían cambiar. Lo mismo pasó en España con Concepción Arenal o Clara Campoamor: su lucha por los derechos de las mujeres se realizó dentro de un marco liberal definido por hombres. El ADN del feminismo, desde sus primeros pasos, quedó condicionado por un molde que no creó, pero que tuvo que usar para avanzar.

    Y luego llegamos a nuestra época contemporánea. En España, con leyes como la de Violencia de Género de 2004 o la de Igualdad de 2007, el feminismo ganó poder institucional: ministerios, presupuestos, influencia. Pero al integrarse en la maquinaria del Estado, tuvo que adoptar las reglas de ese sistema, el mismo que llamamos históricamente masculino: jerarquía, planificación estratégica, confrontación, resultados medibles. Es como un ejército de mujeres entrenado desde la mirada masculina. Sienten, protestan, luchan con pasión, pero la estructura, los mapas y las estrategias siguen un guion que no les pertenece.

    La metáfora de la taza movida por la mano del hombre es perfecta: aunque cambien los nombres y las personas, la forma de mover el poder sigue siendo la misma, y la energía femenina se desdibuja. Más, ridículo es que se quiere avanzar, y sin darnos cuenta, terminamos reproduciendo las mismas reglas que odiábamos. Es como aquel niño que crece en un hogar donde su padre maltrata y, sin quererlo, adopta esas mismas conductas que tanto rechazaba: la violencia. El patrón se repite, no por elección, sino por condicionamiento sistémico.

    El feminismo y el machismo, a pesar de sus objetivos opuestos, comparten la misma estructura de gestión del poder. Jerarquía, planificación, confrontación, resultados medibles… dos fuerzas que tiran en direcciones distintas, pero giran sobre los mismos engranajes. Por eso los choques son tan brutales: no es un enfrentamiento de naturalezas opuestas, sino de fuerzas atrapadas en el mismo molde.

    Ahora, imaginad otra realidad. Un mundo gobernado por una lógica femenina: cooperación, adaptabilidad, intuición, cuidado mutuo, redes horizontales en lugar de pirámides. Si en ese mundo surgiera un movimiento de hombres, se organizaría de forma flexible, priorizando la cohesión y la conexión emocional. Nunca lo hemos vivido, pero sirve para ver algo crucial: el marco condiciona la forma de actuar, incluso más que la ideología o el género de quienes participan.

    Queremos avanzar, y, al final, el molde nos mantiene dentro del mismo ciclo. ¿No es contradictorio?

    ¡Ojo, cuidado! La verdadera igualdad no consistiría en adoptar el molde existente, sino en liberar la expresión auténtica de cada género, permitir que la energía femenina y masculina se despliegue en sus propios términos, sin filtros ni estructuras heredadas.

    Porque si el recipiente siempre da forma al contenido, ¿que pasaría si el feminismo fuera movido desde lo femenino? Realmente ¿Qué es femenino?…. ¡Atrévete a responder!

    Y eso, amigos, es un desafío que nunca antes hemos vivido.

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